Este domingo se está haciendo muy largo.
Llevamos todo el día con viento de proa entre los 20-25 nudos y lo malo no es
lo que se mueve el barco, lo peor es que hasta mañana por la tarde no podremos
empezar a pescar. Esta mañana a las 9 (hora nuestra, las 12 en España
peninsular) estábamos a 300 millas del Gran Banco y vamos a algo menos de 10
nudos.
Además hay quien lleva sufriendo todo el día
por el partido de esta tarde, y mi ordenador lleva renqueando todo el día. La
conexión a internet no anda muy allá tampoco. Vamos a pedir a los Reyes Magos
unos cuantos megas más. En fin, parece que estamos todos como el tiempo:
grises.
Lo único que ha mejorado ha sido el mapa de
las entradas al blog. Han aparecido los murcianos, que sí estaban leyendo, y
los irlandeses, que también estaban leyendo, los nativos y los importados. Y sospecho que ese punto en medio
de los EEUU somos en realidad nosotros, porque cada vez que me meto en el blog
a cargar algo, el punto de Tooele (que así se llama el sitio) se vuelve
amarillo como si acabase de entrar alguien. Demasiada casualidad. Y el punto en
Armenia sigue apareciendo y desapareciendo.
Como contrapunto a estos errores garrafales,
el mapa me deja ver no sólo desde donde accedeis, si no desde qué tipo de
sistema operativo y aplicación, así que puedo deducir si leeis desde el
teléfono, la tableta o el ordenador. Es
tremendo.
Es
también un poco frustrante escribir sin saber si podré subir esto al blog, así
que no me voy a extender mucho. Sí que os adelanto que me estoy leyendo un
libro muy interesante que se titula What a fish knows (Lo que sabe un pez), de
Jonathan Balcombe. No creo que esté traducido al castellano porque lo
publicaron hace unos meses. Habla de los sentidos de los peces, cómo perciben
el ambiente que les rodea, cómo se relacionan, y por supuesto, lo que saben. Ya
os iré contando. Estoy totalmente de acuerdo con su motivación para escribir el
libro, que es la percepción tan superficial que en general tenemos de los
peces. Hace un comentario muy acertado y es que al referirnos a las especies
objetivo de la pesca como “recursos” convertimos a un grupo muy amplio de
animales en meros objetos de comercio. El autor plantea que el ser más
difíciles de observar, su carencia de expresiones faciales y su aparente mudez
ha hecho que no los consideremos tan dignos de atención como los mamíferos o
las aves. Y es verdad. Hemos discriminado a los peces. Una prueba sencilla: los
que tengais peluches en casa, contad todos los peluches mamíferos y los
peluches peces (que además seguro que son en su mayoría Nemo, Dory o Flounder). Y que
levanten la mano los que tengan más peces que mamíferos. ¿Lo veis? Justo lo que
dice Jonathan.
También en domingo??? Ha sido una sorpresa para mí que haya habido una entrada ayer. De hecho, acabo de leerla en la sobremesa del lunes. Ojalá haya amainado el viento... 😊
ResponderEliminarRecibido!!...yo estoy leyendo ahora "el ingenio de los pájaros", con una motivación parecida a lo que comentas por parte de su autora, Jennifer Ackerman...y es que nos creemos muy inteligentes, pero hay muchos tipos de habilidades e inteligencias...
ResponderEliminarTotalmente mamífera....lo reconozco.
ResponderEliminarVoy con retraso! Ánimo!